Los sumideros de carbono son depósitos naturales (océanos y bosques, principalmente) o artificiales (ciertas tecnologías y productos químicos) que absorben y capturan el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera reduciendo así su concentración en el aire.
Los océanos son los principales sumideros de carbono naturales. Son capaces de absorber alrededor del 50 % del carbono emitido a la atmósfera. En concreto, el plancton, los corales, los peces, las algas y otras bacterias fotosintéticas son los organismos encargados de esta captura.
En el caso de los bosques, la captura de carbono se realiza mediante la fotosíntesis. Las especies vegetales absorben CO2 de la atmósfera, almacenan una parte del carbono y devuelven oxígeno a la atmósfera.
Para apoyar y acelerar el proceso natural de absorción de carbono existen técnicas artificiales que permiten extraer carbono de la atmósfera y almacenarlo en la corteza terrestre.
Sin embargo, estas tecnologías aún no han adquirido la eficiencia ni la madurez necesaria para afrontar los desafíos que exige el cambio climático.