Casi 30 años, 28 para ser exactos, han pasado desde que un grupo de personas decidiera ponerse en huelga de hambre para ser escuchados. Lo que empezaron cinco ciudadanos desembocó en un estallido social expresado en protestas y acampadas por todo el país. ¿Su reivindicación? Ayudar o «devolver lo robado» a los países pobres. La exigencia era concreta: el 0,7% de la renta nacional bruta (RNB) debe destinarse a ayudas a los países en desarrollo, en línea con lo pactado en la ONU