Muchos análisis pintan un futuro distópico, producto de los cambios tecnológicos y de la transformación de muchos trabajadores en personas «inútiles». Se trata de un discurso funcional a las elites porque debilita los reclamos de los trabajadores. (…) Lo que sí sabemos es que el control de los datos –considerados por algunos el «nuevo petróleo»– está generando nuevas desigualdades y renovadas formas de control sobre los trabajadores.