Las prácticas de la agricultura intensiva agotan los suelos fértiles: estos productores aran menos, dejan crecer ‘malas hierbas’ y abonan con ganado para restaurar el terreno y adaptarse así a los efectos de la crisis climática, como las sequías
Las prácticas de la agricultura intensiva agotan los suelos fértiles: estos productores aran menos, dejan crecer ‘malas hierbas’ y abonan con ganado para restaurar el terreno y adaptarse así a los efectos de la crisis climática, como las sequías