Son abundantes e insidiosos los mensajes que, a diario, ya sea subrepticia o explícitamente, recibimos en nuestro entorno invitándonos a adquirir y desarrollar nuestra autonomía subjetiva a través de ejercicios de crecimiento personal, coaching emocional, técnicas de superación, diversos métodos de autoayuda de dudoso calado o, sin tapujos, distintas vías esotéricas o «sanadoras» (astrología, taichí, terapia floral, terapias energéticas…) que nos prometen la realización individual en el ámbito exclusivo de nuestra esfera privada. Las directrices son melosas y embaucadoras, pero también idiotizantes y, lo más preocupante, emocionalmente disciplinantes: «despliega tu amor propio», «sé tu propio universo», «tú fraguas el absoluto que eres», «abraza tu ser y el ser te abrazará» y otras patrañas y pamemas similares.