Nuestras ciudades nos enferman más de lo que creemos, pero también pueden sanarnos

Nuestras ciudades nos enferman más de lo que creemos, pero también pueden sanarnos

Las ciudades han sido, desde siempre, sinónimo de civilización. Desde las majestuosas urbes de Mesopotamia y Egipto hasta la Roma imperial, el urbanismo ha ocupado un lugar preponderante en la gestión gubernamental. En Europa, los cambios urbanos del siglo XIX, auspiciados por el movimiento higienista, las ciudades se transformaron drásticamente, organizándose en torno a un núcleo central rodeado de una periferia en constante expansión. Este modelo radial y centrífugo sigue vigente hoy en día, aunque con nuevas dinámicas.

Las ciudades son el epicentro de la vida moderna ya que confieren mejores oportunidades de desarrollo individual. Sin embargo, para muchas personas con enfermedades crónicas como la fibromialgia, también pueden ser una fuente de constante sufrimiento.

¿Cómo es posible que el entorno en el que vivimos pueda influir tanto en nuestra salud?

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