La pandemia nos fragilizó sin fronteras, aunque quizá no sea justo llamarle pandemia, pues lo que nos pasa no trató a todos los humanos por igual. Una vez más las desigualdades, fueron decisivas.
Los imaginarios de la pandemia gravitaron alrededor de los PCR, los antígenos y las vacunas, pero no pudieron acallar del todo la relevancia que tiene el país, el barrio, la profesión y el origen social de los ciudadanos. La pandemia multiplicó los problemas de los más desprotegidos.