Las zonas o espacios periurbanos son partes de una ciudad que parecen ser rurales, pero que, en realidad, están estrechamente vinculadas en términos funcionales con la ciudad en sus actividades cotidianas.
Estas zonas proporcionan servicios ecosistémicos valiosos como la regulación del clima local, el control de la escorrentía y la recarga de acuíferos o la depuración del aire. Además, en las zonas periurbanas se localizan usos del suelo con fines productivos como zonas agrícolas. La agricultura periurbana tiene especial interés ya que permite atajar una cuestión que cada vez preocupa más como es la seguridad alimentaria.
Las condiciones heterogéneas de estos entornos hacen que pueda existir biodiversidad específica que encuentre refugio. Asimismo, los espacios que circundan las ciudades suelen ser espacios favoritos por la población para llevar a cabo actividades de ocio o para experimentar el contacto con la naturaleza.
Al mismo tiempo, las zonas periurbanas están expuestas a una rápida transformación y degradación, en tanto en cuanto suponen el borde de crecimiento potencial de la ciudad pero también una zona de concentración de actividades orientadas a satisfacer las necesidades del entorno urbano. Alrededor de las urbes tienden a concentrarse explotaciones de áridos para construcción, zonas industriales, vertederos, infraestructuras de transporte y energéticas o de tratamiento de aguas.
Tanto por la actividad que concentran como por los valores ecológicos potenciales que poseen, los espacios periurbanos atraen la atención de un gran número de grupos sociales:
- Población con escasos recursos económicos: en estos entornos es relativamente fácil vivir o asentarse
- Población de clase media-alta: estos entornos están suficientemente cerca y lejos de la ciudad, con acceso rápido a entornos naturales o seminaturales
- Gobiernos locales: zonas de actividad vinculadas al transporte, depuración de aguas o gestión de residuos, que difícilmente o costosamente puede albergar un núcleo urbano
- Conservacionistas: en el límite de las ciudades se encuentran espacios naturales protegidos o zonas de alto valor ecológico que limitan la expansión de la urbe
- Sector privado: las empresas encuentran en estas zonas localizaciones óptimas para muchas actividades
La complejidad social y ecológica de los entornos periurbanos puede verse como una oportunidad para la restauración de servicios ecosistémicos. En concreto, la restauración de ecosistemas en esta zona de transición puede reducir las huellas ecológicas y las deudas ecológicas de las ciudades al tiempo que mejora la resiliencia, la salud y la calidad de vida de sus habitantes.