El mundo está entrando en una nueva era. Los países ricos seguirán una política de doble cara: abandono de la globalización neoliberal en el ámbito internacional e impulso de un proyecto neoliberal en el plano doméstico.
Donald Trump ha vuelto al poder y, por decirlo de un modo suave, no es precisamente un fanático de la globalización. El presidente estadounidense afirma su patriotismo declarando públicamente su rechazo a un “globalismo” que, en sus palabras, “ha dejado a millones y millones de nuestros trabajadores sin nada más que pobreza y dolor”. Para comprender mejor la era actual de la globalización a la que pretende poner fin y su trayectoria, resulta útil compararla con la globalización que tuvo lugar entre 1870 y el estallido de la Primera Guerra Mundial.