Según la Organización Internacional del Trabajo, el desarrollo económico local se define como un proceso de desarrollo que promueve los acuerdos de asociación entre actores privados y públicos en un territorio determinado, permitiendo el diseño y la implementación conjunta de una estrategia de desarrollo común y el uso de recursos locales y ventajas comparativas.
El desarrollo económico local se ha convertido en un eje fundamental en la agenda de las políticas sociales y urbanas, distanciándose de su posición anterior como una política secundaria. En la actualidad, se reconoce como una estrategia clave para promover un crecimiento sostenible en ciudades y territorios.
Este cambio de enfoque ha surgido como respuesta a una serie de desafíos y transformaciones, tanto a nivel global como local. La aparición de crisis económicas, políticas nacionales no adaptas a las necesidades reales de la sociedad, y los procesos de descentralización institucional han desencadenado una serie de demandas por parte de las comunidades locales, mientras que han aumentado la responsabilidad de los gobiernos locales y regionales en términos de atracción de inversiones, generación de empleo y mejora de la calidad de vida de sus habitantes.