El modelo de agricultura industrial en el mundo es responsable en gran medida de la deforestación, la explotación animal, el desabasto de agua, la desigualdad en el campo, el uso excesivo de contaminantes, entre otros fenómenos que están acabando con la salud del planeta. Una de las soluciones es la agroecología.
Según la FAO, la agroecología es un enfoque holístico e integrado que aplica simultáneamente conceptos y principios ecológicos y sociales al diseño y la gestión de sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles. Pretende optimizar las interacciones entre las plantas, los animales, los seres humanos y el medio ambiente, a la vez que aborda la necesidad de sistemas alimentarios socialmente equitativos en los que las personas puedan elegir lo que comen y cómo y dónde se produce. La agroecología es a la vez una ciencia, un conjunto de prácticas y un movimiento social, y ha evolucionado como concepto en las últimas décadas para pasar de centrarse en los campos y las granjas, a abarcar la totalidad de los sistemas agrícolas y alimentarios. Ahora representa un campo transdisciplinar que incluye las dimensiones ecológica, sociocultural, tecnológica, económica y política de los sistemas alimentarios, desde la producción hasta el consumo.
Ya no es posible considerar por separado la alimentación, los medios de vida, la salud y la gestión de los recursos naturales. Es necesario adoptar un pensamiento sistémico a través de enfoques holísticos para abordar estos desafíos complejos e interdependientes. La conexión fundamental entre las personas y el planeta, con la agricultura y los sistemas alimentarios sostenibles, está en el centro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que subraya la necesidad urgente de emprender acciones concertadas y aplicar políticas dirigidas a un cambio transformador. Acabar con la pobreza y lograr el hambre cero, al tiempo que se garantiza un crecimiento inclusivo y se gestionan de forma sostenible los recursos naturales del planeta, todo ello en el contexto del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, solo será posible mediante enfoques integrales e integrados que respeten los derechos humanos.
La agroecología representa un marco sistémico global y completo para orientar las políticas públicas hacia una agricultura y unos sistemas alimentarios sostenibles. Aumenta la eficiencia pública al fomentar el diseño y la aplicación de políticas integradas e interministeriales, reuniendo a sectores agrícolas y alimentarios que a menudo están desagregados. Involucra activamente a las diferentes partes interesadas a través de mecanismos interdisciplinarios que favorecen una gobernanza responsable y transparente de los recursos. Como resultado, las transiciones agroecológicas pueden apoyar la consecución simultánea de múltiples objetivos de sostenibilidad -económicos, medioambientales, sociales, nutricionales, sanitarios y culturales- de forma holística e integrada a diferentes niveles y escalas, al tiempo que se adaptan a diferentes contextos medioambientales y culturales.
La agroecología se basa en procesos ascendentes y territoriales, que ayudan a dar soluciones contextualizadas a los problemas locales con las personas en el centro. No hay una única forma de aplicar los enfoques agroecológicos, ya que depende de los contextos, las limitaciones y las oportunidades locales, pero hay principios comunes que se han articulado en el marco de los 10 elementos de la agroecología.
Como ciencia, la agroecología estudia cómo los diferentes componentes del agroecosistema interactúan. Como un conjunto de prácticas, busca sistemas agrícolas sostenibles que optimizan y estabilizan la producción. Como movimiento social, persigue papeles multifuncionales para la agricultura, promueve la justicia social, nutre la identidad y la cultura, y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales.
La agricultura ecológica asegura alimentos sanos, protege el suelo, el agua y el clima, no contamina, ni daña la biodiversidad con el uso de agrotóxicos ni transgénicos. Cuida a la gente, desde agricultores hasta consumidores, permite el desarrollo de las comunidades y la soberanía alimentaria.
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