Exclusión social

De acuerdo con el Observatorio de Pobreza, Desigualdad y Exclusión Social (OPEX-EAPN), el concepto de exclusión social busca romper con las limitaciones del término de pobreza para explicar la complejidad de los procesos de desigualdad y vulnerabilidad. Por esta razón describe la exclusión social como un proceso mediante el cual individuos o grupos no pueden participar en la sociedad en la que viven y, por lo tanto, no pueden contribuir o beneficiarse de sus progresos. Estas personas quedan fuera de algún aspecto del sistema (social, político, cultural…) y ven limitadas sus vías de acceso a oportunidades y/o a determinados mecanismos de protección.

Por otro lado, la Comisión Europea establece tres tipos de exclusión: económica (escasez de ingresos, empleo inestable o ausencia de él, e imposibilidad de tener recursos), social (falta de red de apoyo, dificultades de comportamiento y autoexclusión) y política (carencia de derechos y de representatividad en la comunidad). Esta última puede ser una exclusión parcial o total; en cuyo caso, hablamos de exclusión severa.

También Thomas Ubrich, sociólogo y miembro del equipo de estudios de Cáritas Española y Fundación FOESSA, amplía esta definición de exclusión desde ocho dimensiones que se combinan, se yuxtaponen y, en ocasiones, se dan de manera aislada. Estas dimensiones son: empleo, consumo, participación política, educación, vivienda, salud, conflicto social y aislamiento social. Según Ubrich se trata de un proceso dinámico que, en función de las circunstancias, puede verse más o menos agravado.

Un ejemplo claro es la falta de empleo. Estar desempleado sitúa a la persona en una posición desfavorable de exclusión social. Si además esta situación se da durante un periodo de bonanza económica, el grado de exclusión es mayor.

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